El doble filo de las últimas lluvias

Desde luego que persisten algunas zonas todavía penando por hacerse de un poco de humedad para sostener sus necesidades productivas. Pero las últimas lluvias, y en especial las registradas en octubre, plantean un panorama distinto del que hubiese generado La Niña que se suponía ya debía estar afectando a gran parte de nuestra Región Pampeana.

La inesperada tregua durante el mes pasado y lo que va de noviembre aportó una mejora en los perfiles de humedad de los suelos. El Rosgan indica que amplias zonas del este de Córdoba, sur de Santa Fe y Entre Ríos recibieron una muy oportuna recarga, al igual que el sur y el este bonaerense. En la vereda opuesta quedaron el noroeste de Buenos Aires, La Pampa y Santiago del Estero, donde aún persiste la falta de agua. Las lluvias en algunas de estas zonas llegarían cerca del próximo fin de semana.

Dicho hasta el cansancio, los modelos climáticos no logran ponerse de acuerdo, pero se van imponiendo aquellos que niegan la posibilidad de una Niña en este 2024. De acuerdo con el promedio de resultados que actualmente arrojan las principales proyecciones, el fenómeno ENSO se encuentra en su fase Neutral. Aun así, el 50% de los modelos continúa indicando una posible transición hacia la fase La Niña para el trimestre noviembre-dciembre-enero, aunque con una intensidad modesta, a diferencia de lo que se venía observando hasta el mes anterior.

Como fuere, los técnicos del Rosgan destacan que aunque una Niña débil comenzara a ejercer su impronta hacia finales de noviembre, generando precipitaciones por debajo de lo normal durante diciembre y enero, el escenario se presenta muy diferente al observado en las últimas dos campañas, en las que se partió de una primavera extremadamente seca para gran parte del país.

Así, de darse este proceso de menores lluvias durante los próximos meses, el riesgo para la producción se ubicaría hacia el final de la primavera e inicio del verano, donde el desarrollo de los forrajes ya es menos dependiente de la recomposición hídrica, que por otro lado se supone está produciéndose desde hace un mes. En líneas generales los campos ya muestran una mejora significativa en las condiciones forrajeras, tanto en potreros naturales como en pasturas nuevas o resiembras que comienzan a reaccionar frente al cambio de ambiente.

Se trata de una coyuntura que impacta directamente en las decisiones del productor ganadero. Desde el Rosgan entienden que con un mayor volumen de pasto y una economía más estabilizada en relación a las últimas dos campañas, muy probablemente los productores se animen a prolongar algo más los ciclos de engorde, agregando más kilos a campo que se volcarán al mercado en los próximos meses.

Por diferencia, todo lo que no tiene origen en el feedlot se asume como oferta proveniente de planteos de base pastoril. El momento de mayor salida en este caso suele coincidir con el período de disminución de la oferta forrajera durante los meses de invierno, para luego declinar hacia la primavera-verano.

Paralelamente, en el corto plazo la mejora forrajera que se observa también ayudaría a acelerar la terminación de aquellos animales que se encuentran próximos a su salida, que se sumarán en las semanas venideras a la elevada oferta de hacienda terminada que ya empiezan a volcar los corrales, luego de cuatro meses con encierres récord. Al 1° de noviembre pasado el Senasa indicaba 1,87 millones de cabezas encerradas, 4% más que en 2023.

Queda claro que a lo largo del año la faena no ha caído lo suficiente para impulsar una mejora de precios por esta vía, proceso que se profundizaría en los días que le restan a 2024. Dentro de esta oferta total, el aporte de los feedlots es el que mayor estacionalidad presenta, ya que registra sus picos de salida precisamente en los últimos cuatro meses del año.

El problema es que esta mayor oferta enfrentará un mercado poco receptivo, que difícilmente pueda absorber estos volúmenes sin generar mayor presión sobre los precios. El valor de la hacienda en la Argentina viene retrasado en términos nominales y mucho peor en términos reales. Para el Rosgan, en este último caso se registra una caída cercana al 18% en lo que va del año, medido contra los promedios registrados en diciembre de 2023.

Aun con una ligera recomposición de los salarios, la debilidad del mercado local sigue jugando un rol clave en esta historia. El módico precio del gordo no hace más que reflejar el comportamiento del precio de la carne en los mostradores, que a septiembre -según el relevamiento del IPCVA- anotaba un retraso contra diciembre de 2023 del 22% en términos reales.

Por su parte, el mercado de exportación muestra volúmenes despachados que son los más importantes de los últimos 57 años para el acumulado de los primeros nueve meses de 2024, pero no aparecen fundamentos para que se produzca una recomposición significativa de valores de la hacienda en lo que resta de este año. El precio real del novillo va y viene en torno de los mismos niveles, los más bajos de los últimos doce años, sólo superado por registros de la primera parte de 2018.

El Rosgan cierra su análisis con una cuota de optimismo. Entiende que en el mediano plazo, y merced a la mejora climática, si se logra terminar una primavera relativamente neutral y transitar un verano menos severo del que se imaginaba, es muy factible que empecemos a ver cambios importantes en términos de retención de hacienda e inversión productiva, temperamento que estaba en los planes del productor a comienzos de año, pero el clima decidió otra cosa.

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