Fertilizar presentó los resultados de su Red de Estrategias de Fertilización en un campo de 25 de Mayo, en donde se cultivaron en rotación cebada, maíz, soja y trigo apuntando a altos rendimientos. Un ejemplo de la sustentabilidad ambiental y económica del sistema.
En el establecimiento El Sosiego, en el partido bonaerense de 25 de Mayo, lugar en donde en 2016 se inició un ensayo en el marco de la Red de Estrategias de Nutrición de Fertilizar Asociación Civil, se presentaron los resultados logrados en producción y sustentabilidad del sistema.
La gerente ejecutiva de Fertilizar, María Fernanda González Sanjuan, destacó la importancia de mostrar estos resultados ya que es «un año importante para hacer las cosas con precisión».
El asesor técnico de la entidad, Andrés Grasso, hizo una introducción al trabajo de 6 campañas. «Veíamos que el problema no era que el productor no fertiliza, sino que en general lo hace solamente con nitrógeno (N) y fósforo (P) bajas dosis promedio y hoy hay una cantidad de nutrientes que los cultivos necesitan por la deficiencia que tienen los suelos argentinos».
Con esta premisa, Fertilizar AC inició el trabajo dividiendo los lotes para establecer 4 estrategias de manejo: una parcela sin fertilizar (control); la 2da replicando el manejo frecuente que hace el productor (aplicando N y P); la 3ra con una recomendación ajustada (de acuerdo a análisis de suelo, sumando azufre ? S -) y una 4ta apuntando a altos rendimientos (fertilización balanceada con N, P, S y Zinc ? Zn -).
El campo está ubicado en el comienzo del llamado ‘oeste arenoso’ de Buenos Aires, y el propietario, el ingeniero agrónomo Alejandro Alegre, realizó en 5 campañas la siguiente secuencia de cultivos: cebada, maíz de 2da, soja, trigo, maíz y soja.
En ese período, el acumulado de cosechas (sumando el resultado de todos los cultivos) fue de 18,8 tn/ha en el control; se incrementó a 24,3 tn/ha en el lote con el manejo frecuente; en el lote con aplicaciones de nutrientes a partir de un diagnóstico saltó a 29,6 tn/ha. Finalmente, en la secuencia de 6 años de cultivos se llegó a la suma de 33 tn/ha en el lote en que se hicieron aplicaciones de fertilizantes con dosis que maximizan rendimientos.
«Lo que aporta la nutrición es casi el doble entre el control y el alto rinde. Mientras que entre el manejo frecuente (con N y P) y el de alto rinde son alrededor de 8.000 kilos de diferencia». En porcentajes, la brecha de rendimientos al mejorar la oferta de nutrientes es de hasta 30% entre el manejo frecuente y el de alto rendimiento.
Grasso señaló que «con el uso actual de fertilizantes, el productor agropecuario en la actualidad logra apropiarse de una porción importante del rinde y mejora hasta un 22% los rendimientos». Pero enfatizó que «podría ganar 16% más en promedio» si encara un manejo de alta tecnología que apunte a lograr altos rindes. «Debemos pensar en el sistema productivo», reforzó. Y remarcó que los mejores resultados «le dan al productor un mayor margen de maniobra en el manejo de la nutrición, principalmente en años como el actual, donde es importante ser precisos por el actual contexto en los precios de los insumos».
La calidad del recurso
La presentación de los resultados de los 5 años permitió también medir que sucedía con el N – (un nutriente «muy móvil» en el suelo) en el manejo de las dosis más altas. Es decir, conocer si realmente la planta lo tomaba o si se iba a la atmósfera o a las napas, generando en los dos últimos casos impactos ambientales no deseados.
Se registró que en los primeros 40 cm del suelo hay un enriquecimiento de N (de 6 ppm, entre 10 y 15 kg/ha); mientras que en profundidad no hay diferencias entre la parcela más fertilizada y la que no tiene agregado de N. «Estamos tranquilos, aunque esto hay que monitorearlo todos los años», dijo Grasso.
En cuanto al fósforo (P), siendo que se hace un manejo de reposición, lo que extrae el grano es similar de lo que aporta el fertilizante. «Estamos enriqueciendo la fertilidad fosfatada del campo». De aquí que el técnico recomendó invertir en fertilizantes fosfatados en todas las oportunidades en que el producto tenga precios accesibles.
Sustentabilidad
A su turno, el especialista del INTA 9 de Julio, Luis Ventimiglia, responsable del ensayo en El Sosiego, recordó que la fertilización tiene una secuencia química, física y biológica. «Hacemos hincapié solo en la química, pero ahora hay que acostumbrarse a ver a la física y la biológica para que la primera se pueda expresar más».
Ventimiglia graficó que «cuando el oxígeno no es suficiente o cuando las raíces no se pueden desarrollar o la nodulación no es la adecuada hay una cuestión de falta de identificación del problema y termina en un rendimiento menor». «Las prácticas aisladas no van más», concluyó.
En el mismo sentido, resaltó que el recurso «más caro» en la agricultura es el agua y recordó que «la eficiencia del uso del agua en el barbecho aumenta más del 30% si no hay restricciones nutricionales en el inicio del cultivo. Si no tiene ese recurso, el sistema no es sustentable».
«Conceptualmente en toda la región y para todos los cultivos, salir del manejo promedio y buscar una condición excepcional del cultivo le da sustentabilidad a la secuencia», definió Díaz Zorita.
Demostración a campo de aplicación de fertilizantes
El 75% de las aplicaciones de fertilizantes en Argentina se hacen al voleo, de acuerdo a las estadísticas que presentaron Víctor Merani y Matilde Mur, de la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata, quienes hicieron las recomendaciones para mejorar la colocación del fertilizante.
En primer lugar, se debe tener en cuenta la «densidad» del fertilizante a aplicar. Por caso, un grano de urea pesa entre 0,72-0,73 gramos por litro; mientras que el nitrato de amonio calcáreo (CAN) está en 1,100 gramos por litro. «Eso implica que hay que modificar el volumen en la fertilizadora para aplicar los 100 kg que se requieren».
El productor además debe demandar que los granos sean «uniformes» y debe conocer la «dureza» de los mismos. «Cuanto más duros son, mayor es la resistencia al momento del golpe de la paleta de la fertilizadora y así va a alcanzar distancias mayores». En el caso de la urea puede llegar a 35 metros y a los 43 m un CAN. «Los granos más chicos tienen un vuelo más corto», remarcaron durante la jornada.
«Hay que destacar que trabajar con dosis adecuadas de nutrientes es muy importante, al igual que elegir la fuente correcta. Pero todo este esfuerzo se puede diluir cuando no lo colocamos de forma correcta», concluyeron los especialistas.
Fuente: Campo Litoral